Me declaro obseso del control 🙂
¡Y sé que no soy el único!
Pero a la voz no le gusta que la controlen. Es muy rebelde y escurridiza… pero si se cree que siempre va a ser así, ¡la lleva clara!
¿Tú también te obsesionas con poder controlar tu voz?
En este episodio de El Sensei del Cantante voy a ayudarte a que empieces a conseguirlo 🙂
¿Qué vamos a aprender acerca del control de la voz?
- Los 3 elementos necesarios para controlar tu voz
- 2 acciones sencillas y que puedes aplicar desde hoy para empezar a ganar control
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Transcripción del episodio
Sentir que no controlas la voz es frustrante, pero no estás solo.
Muchos cantantes tienen dificultades para controlarla, y lo esconden como si fuese un oscuro secreto que no pueden revelar al mundo.
Pero la verdad es que es algo muy común.
Y es tan común porque la realidad es que no es fácil controlar tu voz.
¿Qué es el control cuando hablamos de la voz?
Entendemos que controlar la voz significa que esté bajo nuestras órdenes.
Que haga lo que nosotros queramos en cualquier momento.
Pero es una definición demasiado general como para que pueda serte útil, por lo que voy a hablarte de los tres puntos principales que tienes que tener presentes si quieres controlar tu voz, siendo el tercer punto el que los domina a todos.
Punto #1: La estabilidad
No me refiero a la estabilidad del sonido de tu voz, es decir, que no se quiebre ni salgan gallos.
Estoy hablando de que, cada día, con sus más y sus menos, tu voz se encuentre en una forma similar al día anterior.
Si ayer podías cantar mejor, ya sea más cómodamente, con mejor rango o con mejor sonido, pero hoy te cuesta más de lo habitual, quiere decir que algo hiciste mal.
En otras palabras, perdiste el control de tu voz, y hoy estás sintiendo los efectos.
Si esto te pasa frecuentemente, es cuando empiezas a tener dudas sobre ti mismo como:
¿Daré esa nota hoy? ¿Se me quebrará la voz en algún momento? Después de la actuación, ¿podré hablar al día siguiente?
Esto puede llegar a ser muy frustrante y, si la voz es muy importante para ti, puede amargarte la vida.
Al margen de todo esto, aparte de tener en cuenta que todos tenemos días mejores y días peores, también es importante tener en cuenta el tema salud.
Si esta noche has tenido reflujo, o si estás enfermando, o si has dormido poco o mal, …
Todo eso influye negativamente en tu voz y afecta a que hoy no esté tan bien como ayer, por lo que en ese caso no tienes que asumir sin más que ayer hiciste algo mal con tu voz.
Y tampoco quiere decir que hoy tengas que darlo todo por perdido.
En un rato te hablo más sobre esto.
Punto #2: La precisión
Aunque sea divertido, no me estoy refiriendo al “tiro al pato” de las ferias.
Entrando más en contexto, tampoco estoy hablando de la precisión en tu afinación.
Ahora mismo me refiero a la precisión sensorial, si es que ese término existe.
De nada sirve que hagas ejercicios o cantes si no prestas atención a ello mientras lo haces.
Cuando cantes para disfrutar, sí, olvídate de todo y disfruta.
Pero si estás cantando para mejorar, tienes que estar pendiente de lo que ocurre en tu voz.
Tienes que ser capaz de distinguir qué ejercicios, notas o frases te son más fáciles y, más importante, cuándo te son más fáciles.
Puede ser que estés cantando dos frases diferentes de una canción y que ambas se muevan en las mismas notas, pero una te es imposible y la otra te es mucho más fácil y te queda mejor.
Parece extraño, ¡pero ocurre!
Si simplemente lo haces y no prestas atención a ello, vas a hacerlo siempre de la misma forma.
Pero si prestas atención tanto a lo que oyes como a lo que sientes (a nivel sensorial, no emocional), poco a poco irás siendo mucho más consciente de los pequeñísimos cambios que ocurren en tu voz cuando cantas una frase u otra.
Cada vez tu cerebro irá relacionando lo que es un buen sonido con las sensaciones vocales correctas.
En otras palabras, estás creando una memoria muscular sana y correcta.
Eso te permitirá trasladar esas sensaciones correctas que sientes en ejercicios o frases que te son fáciles a los que te son difíciles.
Céntrate en lo que oyes y sientes, porque esa es la única guía que tienes.
Sólo tú puedes crear esa relación.
Punto #3: El saber hacer
Llámalo conocimiento o estar seguro de lo que haces.
Lo que buscamos con este punto es que cada nota que cantes sea una certeza, no un sorteo.
Para ponerte en situación sólo tienes que recordar una de esas situaciones, normalmente durante una canción, en la que pensaste no sé si me va a salir esa nota.
Esa inseguridad no es más que un reflejo del desconocimiento sobre cómo cantar esas notas o frases que te dan problemas.
Si no te han enseñado nunca a hacerlo, es normal que no sepas cómo enfocar el problema.
Y si te han enseñado a hacerlo pero aún sientes esa inseguridad, es porque o bien te falta práctica y con el tiempo te saldrá, o bien es que no estás haciendo caso.
Este es el punto más importante de todos porque es el único que está bajo tu control directo.
Y antes te comentaba que es el punto que domina a todos porque es el camino para que, con el tiempo y la práctica, los otros dos puntos de los que hemos hablado, la estabilidad y la precisión, vayan mejorando.
Así que ahora vamos a adentrarnos en las dos acciones que debes hacer para mejorar el control sobre tu voz.
Primera acción: controlar el volumen
Permitir que tu voz utilice el volumen que le dé la gana en todo momento es como ser el jinete de un caballo desbocado.
Es muy difícil y peligroso de controlar.
La buena noticia es que un caballo se desboca cuando se asusta, pero el volumen está siempre bajo tu control.
Lo más habitual es que el volumen incremente a medida que cantes notas más agudas, por lo que tienes que empezar haciendo justo lo contrario, reducir el volumen a medida que cantes más agudo.
Es muy común que pases a utilizar voz de cabeza o falsete cuando lo hagas.
Eso suele causar rechazo, ya que lo que se quiere es cantar con voz plena, pero es importante no sucumbir y no perder el control del volumen.
Esa es la única manera con la que tu voz puede empezar a encontrar un nuevo y mejor camino para funcionar, y ese camino te permitirá cantar esas notas agudas con más comodidad.
También es un buen comienzo para incrementar tu rango vocal.
Puede pasar que, por más que lo intentes, no consigas reducir ese volumen.
Como aún existe la fiebre de “la respiración es la base del canto”, es posible que te hayan enseñado a coger todo el aire posible y a empujarlo haciendo fuerza con tu abdomen.
Esto va a hacer que sea bastante improbable que consigas el objetivo de reducir el volumen, por lo que te voy a pedir que pruebes a hacer lo contrario.
Coge el mínimo aire posible para hacer un glisando o una escala que empiece en una nota grave y acabe en una aguda, y hazlo.
Permite que tu voz haga lo que quiera y céntrate única y exclusivamente en no aumentar tu volumen.
Esta es una buena forma de empezar a eliminar esa respuesta automática de tu cuerpo a hacer fuerza para cantar.
Segunda acción: controla tu boca
¡O te la tendré que lavar con jabón!
Noo, es broma.
Tranquilo, no estoy hablando del lenguaje, aunque sí de la pronunciación.
Por lo general, todos tenemos el reflejo de abrir la boca más y más cuando utilizamos más volumen y cuando cantamos notas agudas.
Lo del volumen ya lo hemos visto, pero sólo eso no es suficiente para tomar las riendas de tu voz.
Con “controlar tu boca” me refiero a que no le dejes hacer lo que quiera, y mucho menos dejes que se abra horizontalmente.
Este proceso se llama “cerrar las vocales”, y te ayuda a evitar gritar y a encaminarte hacia la voz mixta.
Te lo ejemplifico convirtiendo una A extremadamente abierta a una A extremadamente cerrada.
(Escuchar el ejemplo en el audio)
En este sentido, la meta es mantener las vocales bastante neutras, ni muy abiertas ni muy cerradas, pero si tienes muchas dificultades al cantar, te puede ayudar mucho cerrarlas de forma exagerada, de forma temporal.
Dicho así todo esto parece muy fácil, y en realidad no tiene ningún misterio.
Lo difícil es estar pendiente en todo momento, porque a la que te despistas, tu boca se empieza a abrir sin que te des cuenta.
Poco a poco vas cantando peor y te cuesta más, pero no sabes por qué.
Y al día siguiente tienes la voz tocada.
Por eso es tan importante no perder de vista el control de tu boca.
Y si tienes dudas de si estás abriendo demasiado, es mejor opción cerrar un poco más que dejarlo como está, porque es MUY HABITUAL pensar que no estás abriendo la boca cuando en realidad sí lo estás haciendo.
Incluso un pequeño cambio puede afectar mucho a tu voz, tanto para bien como para mal.
Con estas dos acciones que son tan fáciles de aplicar, puedes mejorar mucho tu voz.
Pero saber no es suficiente.
Es importante obligarte a hacer.
Tanto con el volumen como con la boca, tu cuerpo se meterá de por medio y te desviará del camino, pero si te mantienes en tus trece, será más fácil que todo acabe en su lugar.
Imagen: Algunos derechos reservados por Horace Spatula
Muy buenos consejos, excelente podcast, felicitaciones. Dios los Bendiga.
Gracias, Antonio 🙂